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Las Cartas de Shamballa

VOLUMEN 20, Número 39                                                                                                                                   Setiembre 24, 2001

 

Amados chelas: 

Hoy me desviaré de la tarea a mano muy levemente sugiriéndoles que se hagan tiempo esta semana para estar al aire libre y a través de una meditación caminando, observen la belleza de Dios que todos y cada día los rodea. ¿Qué quiero decir con “meditación caminando”? Una meditación caminando es una lenta y suave caminata donde son capaces de verdaderamente volverse silenciosos y sintonizarse con lo que está sucediendo dentro y alrededor de ustedes. Es un tiempo para usar todos los sentidos, lo que escuchen, vean, gusten, toquen y huelan, y a través de ellos, beber profundamente del entorno y volverse uno con nuestro Dios Madre-Padre. 

Esta semana, en honor al amado Arcángel Miguel, y para continuar trabajando en la unión de los tres reinos – angélico, elemental y humano, vamos ahora no sólo a focalizarnos sobre nosotros mismos, sino en los ángeles y formas de vida elemental que observamos mientras nos movemos a través de este sagrado ejercicio. Para comenzar, permitan que se vayan todos los ruidos mentales, emocionales y etéricos, que constantemente invaden el espacio. Tomen varias respiraciones profundas de limpieza para ayudar a aquietar la mente. Luego, pidan a todos los seres del reino angélico y elemental que se les manifiesten mientras ahora comienzan este viaje sagrado. 

Continuando focalizados en la Sagrada Respiración de Dios, observen como se mueve el propio cuerpo. ¿Los brazos se balancean libremente y sin esfuerzos o están rígidos y pegados al cuerpo? Observen cada lento y deliberado paso que dan. ¿Qué hace que sigan el sendero mientras se mueven a través de esta silenciosa meditación de movimiento y paz? ¿Tienden a pisar o pasar sobre toda o cada piedra que encuentran? ¿Hacen una pausa de tiempo en tiempo para tener un momento de reflexión o deleite? 

Mientras miran los alrededores ¿notan cada flor individual, arbusto, árbol o mata, o tienden a ver el panorama general? ¿Permiten que la gran expansión del cielo los atraiga hacia su magnificencia? ¿Son capaces de ver las muchas legiones de ángeles deslizándose suavemente mientras van a sus tareas, respondiendo los muchos llamados que reciben a diario desde el reino humano? ¿Dónde están los silfos, las ondinas, las salamandras y los gnomos? Mientras vuestra mano llega suavemene a tocar una bella flor o se mueve sobre el rugoso tronco de un árbol, ¿corren las hadas a esconderse o permanecen donde están ofreciéndoles una bendición que ustedes sienten en el corazón? 

¡Sagrados viajes como estos son extremadamente importantes y los asistirán grandemente en el desarrollo espiritual, amados seres! Yo los insto a crearse tiempo para ellos, al menos una vez al mes si no más. 

Maestro Kuthumi